Cuando un estudiante tiene dificultades para aprender un idioma, es común que busque soluciones externas como cambiar de profesor, buscar otra academia de idiomas, leer sobre metodologías de aprendizaje o simplemente quedarse con la idea de “es que a mí me cuesta”.
La realidad es que si una persona ya pasó por diferentes escuelas, métodos y profesores, lo más probable es que la solución no sea externa, sino interna. No es secreto que los pensamientos que tenemos acerca del aprendizaje tienen una gran influencia sobre nuestra capacidad de aprender. Estos pensamientos son automáticos y resultan de creencias que ni siquiera nos damos cuenta de que tenemos.
A continuación presentamos 5 de las creencias más comunes que frenan nuestro aprendizaje de un idioma:
1. “Lo voy a decir mal”: Este pensamiento proviene de la idea (equivocada) de que cometer errores es malo. Sin embargo, la realidad es que los errores son parte del aprendizaje y es hasta necesario cometerlos. Piensa en cómo aprendiste a caminar, ¿te levantaste un día y lo hiciste perfectamente o te tropezaste y caíste muchas veces antes de lograrlo? Ahora piensa en qué momento de la vida se decide que cometer errores es malo. Cualquier experto fue una vez un principiante.
2. “Soy malo para los idiomas”: Todos tenemos la capacidad de aprender cualquier idioma. Es verdad que algunas personas muestran cierta facilidad para los lenguajes, así como otras muestran facilidad para los deportes, por ejemplo. Esto no quiere decir que seas “malo” para el idioma, simplemente que tendrás que invertir un poco más de tiempo y esfuerzo que una persona que tiene esa facilidad. Intenta cambiar el pensamiento de “no debería ser tan difícil” a “he aprendido mucho y valoro mi aprendizaje por el esfuerzo que le he puesto”.
3. “Ya estoy muy viejo para aprender un idioma”: En el pasado, se creía que las personas iban perdiendo su capacidad de aprendizaje conforme iban creciendo. Actualmente, se sabe que esto es incorrecto. La neuroplasticidad (habilidad del cerebro de aprender cosas nuevas) depende de qué tanto se ejercite el cerebro. Por lo tanto, decir que se es muy viejo para aprender un idioma es simplemente una excusa que nos decimos a nosotros mismos para no intentarlo.
4. “Aprendo demasiado lento”: Esta idea proviene de falsas expectativas creadas por publicidad engañosa que promete enseñar un idioma de una manera muy rápida. Aprender a hablar otro idioma, así como aprender cualquier cosa, no sucede de la noche a la mañana. En lugar de comparar lo que has aprendido en un mes con lo que “deberías saber”, compara tu nuevo aprendizaje con lo que conocías el mes anterior. Así, verás tus avances de una forma más clara.
5. “Nunca voy a hablar perfectamente, entonces mejor ni me esfuerzo”: Este es otro pensamiento que provoca que nos demos por vencidos antes de iniciar. Sin embargo, puedes comparar hablar otro idioma con cualquier otra actividad que realices. Lo más seguro es que no eres el mejor del mundo para cocinar, bailar, hacer deporte, pintar, etc., pero de todas maneras haces tu mejor esfuerzo. Recuerda que hablar otro idioma no se trata de hacerlo de forma perfecta, sino de lograr el objetivo de comunicarte con personas de otros países y culturas.
Al aprender un nuevo idioma, ten en mente que sí vas a cometer errores, que sí te tomará tiempo aprender, que probablemente no llegarás a hablar sin ningún rastro de tu acento y que tendrás que ponerle dedicación al proceso. Pero recuerda que todo eso está bien. Las claves para combatir los pensamientos que te presentamos son: 1) identificarlos y 2) modificarlos por otros pensamientos más útiles. No dejes que tu propia mente interfiera con tu proceso de aprendizaje. Tú tienes el poder de cambiar las creencias que te limitan.